La Revista de Vega de Santa María Semana Santa

ESPECIAL SEMANA SANTA 2010 EN LA VEGA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ASÍ SE VIVE LA SEMANA SANTA EN VEGA DE SANTA MARÍA

La devoción y la tradición se dan cita cada año en la localidad. Aquí la Semana Santa tiene unas características especiales. Por la generalidad: los foráneos que vuelven a reencontrarse con sus paisanos lo que es motivo de gran alegría. Por la singularidad de las procesiones: las imágenes del Ecce-Homo, el Cristo crucificado y la Dolorosa, son acompañadas por el canto de los romances, en que dos grupos de hombres se contestan a cada estribillo según los textos de Lope de Vega. Esa tradición nos ha sido trasmitida desde hace años y tenemos la obligación moral de donarla a nuestros descendientes.

Cada año se cuida y se mima por los participantes el festejo, consiguiendo que nuestro pueblo no pierda ese valor heredado típico que nos singulariza. ejemplo de esto, es la colaboración desinteresada de quien cada Semana Santa, se ocupa de innovar los libros de los Romances para su mejor lectura. También aquellas mujeres que se encargan de mantener bien cuidadas las imágenes, de limpiar y guardar las ropas, de preparar todo para la procesión quienes desinteresadamente hacen posible estas típicas procesiones, como lo hacían sus madres, sus abuelas.....

Las familias que cada año cogen los palos de los santos, en recuerdo y homenaje a sus mayores, merecen una singular llamada de atención: es el compromiso con un derecho heredado, no escrito, que permite que haya un orden, una devoción y el mantenimiento de una tradición, que si antaño levantara polémica, hoy es aceptada respetada y también necesaria.

Las procesiones de Semana Santa en Vega de Santa María pasan desapercibidas para el gran público. En la era de las nuevas tecnologías y de la predominancia de los medios de comunicación, nadie se preocupa de dar a conocer el enorme valor tradicional de estos actos, mezcla de fervor religioso, de sabor antiguo y de tradición que se conserva pese al descenso de la población, de la fe y de la paganidad reinante.

Pero en este pequeño pueblo de Castilla, lleno del tipismo y religiosidad tradicional, se mantienen con fuerza las procesiones religiosas y el canto de los romances. Para que siga así durante mucho tiempo, no debemos olvidar que somos depositarios de la tradición de nuestros mayores y que estamos obligados, dentro de nuestra libertad, a transmitir a nuestros hijos estas tradiciones. Que debemos vivir, como vivieron nuestros antepasados, esos momentos tan ligados a la fe, a la tradición y a la devoción.

 

SEMANA SANTA EN UN PEQUEÑO PUEBLO DE CASTILLA

Apartadas de las multitudinarias concentraciones de fieles de las más turísticas y mediáticas procesiones de Semana Santa de las capitales españolas, se sacan los pasos en procesión, en los pequeños núcleos rurales, donde la fe anida con mucha fuerza por ser más cercano el contacto con la naturaleza como obra de Dios.

Allí las tradiciones no han perdido el sabor a pueblo. No tienen trompetas ni tambores, ni adornos florales espectaculares, ni faroles cimbreantes bajo los ricos palios, ni candelerias suntuosas, no tienen cuadrillas de costaleros que levantan briosos las trabajaderas al golpe del martillo del Hermano Mayor, ni genuflexionan al canto de una saeta y no son asistidos por el paso diligente del aguador.

Estas otras procesiones son más pequeñas, pero no decaen en rango devocional. Aparecen en lo más recóndito de la geografía del país y pueden vivirse en cada pueblo de Castilla. Celebran con la misma ilusión la Semana Santa, organizando sus procesiones con fervor, para llevar sobre sus hombros el orgullo de su Imaginería en una mezcla de tradición y fe.

Si hay un pueblo en Castilla donde estos dos condicionante se aúnan a la belleza y el arte de sus Imágenes, esa es la localidad abulense de Vega de Santa María.

Cada Jueves Santo, mediada la tarde, los fieles se reúnen en el atrio de la iglesia que llaman “de allá”, para diferenciarla de la ermita que hay en la plaza del pueblo. Los vecinos de la localidad se encuentran con los que llegaron de Madrid, que un día tuvieron que emigrar en busca de mejores condiciones de trabajo y no renuncian nunca a su cita con las procesiones del Jueves y Viernes Santo, para cumplir la tradición de llevar “los santos” de una iglesia a otra en procesión, mientras se cantan los romances, como hicieron sus padres, sus abuelos y como harán sus hijos y nietos, manteniendo viva una tradición que les lleva a encontrar en la fe, la respuesta a los más profundos interrogantes sobre la existencia del ser humano.

Los saludos se cruzan; se preguntan por la familia. No se ven desde el verano. La conversación termina cuando llega el sacerdote con las llaves del templo y los hombres y mujeres entran para sacar al Ecce-Homo ataviado con su manto púrpura, coronado con espinas, cargando una pesada cruz, con el rostro bajo, cubierto por los largos cabellos; la mirada fija en el suelo. Los fieles le miran para refrescar la imagen del pasado año, mientras un sentimiento de alivio se mete dentro del cuerpo al encontrar que aún esa Imagen es capaz de cargar con la cruz de sus pecados.

Tras él sale de la iglesia el Cristo de la Esperanza. Crucificado en el madero bajo el letrero que en iniciales dice: “Jesús el Nazareno, Rey de los judíos, su rostro de dolor y sus músculos tensos, reflejan con crudeza la crueldad humana. La sangre recorre su cara por las heridas de su cabeza, moja su boca, brota de su costado, aparece en sus rodillas por las caídas en el Calvario. Sólo le cubre un paño atado a la cintura. Ha inclinado la cabeza y entreabre los ojos; así le contemplan sus files devotos: familias que desde hace años portan cada imagen como herederos de las primeras Hermandades o cofradías que encargaron al artista la realización de la tallas.

Al final sale de la iglesia la Virgen: la talla de María retrata a una madre que llora el sacrificio de su hijo. Las lágrimas recorren su apenada cara. Y todas las madres la acompañan detrás, y lloran con ella, rezan por sus hijos y piden a Dios que aparte de ellas el Cáliz del sufrimiento de María. De su pecho cuelga un corazón atravesado por espadas. La visten con manto negro, bordado en plata, tendido desde la cabeza y sujeto con una corona, porque es Reina del Cielo y Madre de Dios. Deja ver las puntillas y los tules con los que las fieles devotas la han vestido días antes, preparando la procesión.

Entonces, un grupo de hombres comienza a cantar aquellos romances religiosos antiguos que creara Lope de Vega:

“Coronado está el Cordero,
no de perlas ni zafiros
ni de claveles de flores
sino de juncos marinos.
Otro grupo le contesta con el mismo soniquete, mientras la procesión, encabezada por el sacerdote y un monaguillo con una Cruz, echa a andar:

“Su santísimo cerebro
le traspasan atrevidos
frutos que no dio la tierra
desde que Dios la maldijo”.

Los cánticos se alternan de un grupo a otro. Apoyados en la gafas de ver, los más mayores se aferran a la tradición de cantar en el Jueves Santo de su pueblo, leyendo sobre un libreto.

“Mas lo que causa dolor
es ver que se hayan subido
desde las plantas de Adán
a la cabeza de Cristo”.

Tras la imagen de la Dolorosa, van las mujeres. Algunas visten luto, mantilla y peineta, que ya llegarán la limonada y las torrijas para mejores actos.

“De zarzas está cercado
aquel soberano trigo
que el espíritu de Dios
sembró en campo virgíneo .

Las voces de uno y otro grupo disputan el cielo, mientras cae la tarde, las nubes sujetan la lluvia y el viento rinde homenaje a los cabellos del Nazareno. La comitiva avanza hacia la ermita del pueblo, cantando y orando, mientras las campanas certifican que se conmemora la Pasión de Cristo.

Será al día siguiente, en la procesión del Viernes Santo, cuando con las Imágenes se realice la procesión en sentido contrario, con otros versos, otros romances, otro soniquete, pero la misma devoción y fe que mueve a estas gentes a reunirse para celebrar, como sus antiguos, la Semana Santa en este pueblo abulense de Castilla.

SEMANA SANTA 2008 EN IMÁGENES

 

 

Transcribimos aquí el comienzo de los romances que se cantan en Jueves Santo

 

A la corona de espinas ROMANCE IV.

Coronado está el Cordero,
no de perlas ni zafiros
ni de claveles de flores
sino de juncos marinos.

Su santísimo cerebro
le traspasan aterridos
frutos que no dio la tierra
desde que Dios la maldijo.

Mas lo que causa dolor
es ver que se hayan subido
desde las plantas de Adán
a la cabeza de Cristo.

De zarzas está cercado
aquel soberano trigo
que el espíritu de Dios
sembró en campo virgíneo.

Entre las espinas verdes
para mayor sacrificio,
el cordero de Abrahán
está esperando el cuchillo.

Ya las hijas de Sión
al rey Salomón han visto
en el día de sus bodas
coronado de jacintos.

¡Ay! divino Dios de amor,
Cupido y harto escupido
de aquellas infames bocas
más fieras que basiliscos.

Venda os ponen en los ojos
que quieren, Dios infinito
que seas Jesús vendado,
pues fuiste, Jesús, vendido.

Para daros golpes fieros
os cubren porque imagino,
que como sois tan hermoso,
no se atreven sin cubriros.

Los hombres, Señor, os ciegan
que piensan que sus delitos
no verá quien siendo Dios
ve los pensamientos mismos.

Para daros bofetadas
el hombre os hace adivino,
pues dicen que adivinéis
las manos que os han herido.

Yo he sido, dulce Jesús,
yo he sido dulce bien mío,
el que en Vos puso las manos
con mis locos desatinos.

Yo soy por quien arrancaron
esos cabellos benditos
que diera el cielo por ellos
todos sus diamantes ricos.

Si los viera ¡Jesús mío,
lo Virgen que los peinó,
y con gusto regaló
arrancarlos y escupirlos!
Si ella viera maltrataros
diera tan recios suspiros,
que los ángeles lloraran,
y temblara el cielo mismo.

Una vez os vio la Esposa,
como las rosas y lirios
a sus puertas como el alba
coronada de rocío.

¡Cómo llamaréis ahora
al alma que está en sus vicios
llena de sangre que corre
sobre esos ojos divinos!

Mirad alma que le sacan
y que dice el pueblo a gritos:
Jesús muera y Barrabás
viva en hurtos y homicidios.

No seas tan dura y fiera,
que entre tantos enemigos,
pidas viva un ladrón
y que den muerte a Cristo.

La Semana Santa hace años


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