Quien comprara los escudos del palacio de la Vega también pretendió usurpar un titulo nobiliario.
Don José Antonio Vaca de Osma, Gobernador Civil de Ávila
En los archivos del Ministerio de Justicia puede consultarse el expediente identificado como Marqués de Mulhacén, donde aparece la creación y concesión de este título nobiliario avalado por un oficio del que fuera Ministro de Gracia y Justicia bajo la Presidencia del Consejo de Ministros de Práxedes Mateo Sagasta, don José Canalejas y Méndez, enviado a la Reina regente María Cristina, en la minoría de edad de su hija Isabel II, con el ruego de que firmase un Real Decreto para conceder el título de Marqués de Mulhacén a Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero, por sus muchas aportaciones en el terreno de la geodesia y por su papel destacado en el empleo de la triangulación para medir superficies como las de las Islas Baleares, además de ostentar el cargo de Director General del Instituto Geográfico y Estadístico.
El documento dice así: “ Desando dar una señalada prueba de Mi Real Aprecio al Mariscal de Campo D. Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero por los relevantes méritos centrados en su larga carrera organizando y dirigiendo con singular acierto el Instituto Geográfico y Estadístico, enalteciendo a la Nación ante las demás de Europa y América, por haber merecido de sus Delegados oficiales ocupar, en elecciones sucesivas desde hace quince años la Presidencia de la Asociación Geodésica Internacional y la de la Comisión de pesas y medidas; vistas las elevadas calificaciones que de sus trabajos han hecho Corporaciones científicas y los Jurados de varios certámenes internacionales; a propuesta del Ministerio de Fomento y de acuerdo con el Consejo de Ministro (sic), en nombre de Mi Augusto Hijo el Rey Don Alfonso y como Reina Regente del Reino, Vengo en hacerle merced de Título del Reino, con la denominación de Marqués de Mulhacén, para sí, sus hijos y sucesores legítimos. Dado en Palacio a siete de Febrero de mil ochocientos ochenta y nueve”.
Tras la muerte del titular, el 28 de enero de 1891, el marquesado queda sin representación hasta que lo solicita el 8 de abril de 1964, un nieto de la hermana de don Carlos Ibáñez, nada menos que don José Antonio Vaca de Osma y Esteban de la Reguera, quien hubiera recogido de su legal sitio, los escudos de la Marquesa de la Conquista, que adornaban la fachada del palacio de Vega de Santa María, cuando ostentaba el título de Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento en Ávila.
En la petición del título que no le correspondía, alegaba su parentesco con Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero, por ser primo cuarto de su bisabuelo.
Al saber esto se fundamenta otra petición por el nieto de la hermana de Don Carlos, don Albert Louis Dupont-Willemin, a la sazón bisnieto del primer marqués de la Conquista..
Vaca de Osma, no cesa en su ambición y argumenta en replica las hazañas y méritos alcanzados en la Guerra Civil y hace gala de sus valores de lealtad inquebrantable al régimen dictatorial establecido, aunque nada dice de la fidelidad al patrimonio abulense y la honradez en la representatividad del cargo.
Tanto insistió en ostentar ese título nobiliario en señor Vaca de Osma, que en fecha del 20 de abril de 1967, se pronuncia el Consejo de Estado dictaminando a quien corresponde legalmente la ostentación del título.
“…El derecho del opositor es preferente al que ostenta el solicitante, Sr. Vaca de Osma, ya que este es solo pariente colateral del concesionario y único titular, mientras Don Alberto Luís Dupont-Willemin es, con respecto a este, descendiente directo…y por consiguiente, según reiterada doctrina del Consejo, no necesita acreditar la posesión de méritos especiales, para que pueda accederse a la gracia de rehabilitación que solicita”.
Hoy sigue vigente el título de Marqués del Mulhacén, recayendo el nombramiento después de varias diputas y sucesiones en don Albert Louis Dupont - Willemin, actual Marqués de Mulhacén y bisnieto de Carlos Ibañez e Ibañez de Ibero.
DESAPARICIÓN DE NUESTRO PATRIMONIO
El patrimonio de Vega de Santa María ha venido sufriendo poco a poco y lo largo de la historia diversas mermas que pocas veces han sido denunciadas y reclamadas.
El robo que sufriera nuestra iglesia, donde no se pudo recuperar ningún objeto robado y sí otros que no correspondían y que de ninguna manera compensaron lo sustraído, vino a sumarse aquella venta tan dudosa hoy, que se hiciera sobre los escudos del palacio siendo Gobernador Civil, Vaca de Osma que en una jugada maestra comprara por un precio compensatorio equivalente a un camión de cemento para la pavimentación de la plaza, los escudos del palacio. Nunca se revindicaron aquellos escudos.
En el camino de la iglesia, formando parte del Via Crucis de piedra, existía la llamada Cruz Redonda, situada en el margen derecho de la carretera, alineada con las otras cruces. Se trataba de una cruz sobre una peana redonda de un metro y medio de diámetro, escalonada, donde los niños podían jugar, los mayores sentarse a descansar y los vegueros estar orgullosos de su existencia. Aquella Cruz desapareció sin dejar rastro, sin que nadie conozca su destino y paradero, permaneciendo sólo el dicho, cuando alguien desmejoraba por su última enfermedad de que “ya está cerca de la Cruz Redonda”.
Existía otra cruz con peana en lo alto del caminillo que conduce a la parte alta del municipio, cercano al lugar donde se dio el primer barreno para buscar el agua. También desapareció sin dejar rastro.
En el cruce de la ermitilla también había una peana de piedra, para albergar una cruz, justo donde ahora se levanta la caseta donde esperan el autobús, los viajeros. En frente, en Velayos había dos cruces sobre dos peanas. La peana de la Vega ha desaparecido, mientras que el Vía crucis de Velayos aparece completo, con tres peanas y tres cruces, pues una es de nueva fábrica.
También recientemente, hace tres o cuatro años aproximadamente, unos jóvenes cargaron en una furgoneta una peana de piedra del paseo de la iglesia que formaba parte del Via Crucis, ante la impotencia de los paseantes que se dieron cuenta momentos después, del robo.
Poco a poco se ha ido deteriorando el más rico patrimonio artístico y cultural de nuestro municipio, sin que haya habido ningún movimiento serio de recuperación y aún nos cueste algún tiempo sacar a la luz el origen de estos bines y el destino que le han dado los usurpadores, pero es motivación suficiente el amor que tenemos a nuestro pueblo lo que nos empuja a recuperar lo que era nuestro y poner de manifiesto la grandeza que en otro tiempo tuvo y nadie ahora va a restar ni un ápice.