Un demonio en el tejado.
La manifestación de la arquitectura popular expresada en la construcción, ha tenido en muchos casos y a lo largo de la historia obras curiosas, simbólicas y artísticas. Otras veces son poco explicadas desde el punto de la razón, pero siempre tienen una explicación para quien la crea.
La Vega tiene en la construcción de sus casas, relojes de sol en las solanas, esgrafiados con rostros humanos en las fachadas, ruedas de carros, terminaciones cerámicas en los aleros de los tejados, curiosas veletas y ha llegado a tener hasta un toro de plástico en la expresión más simpática del tipismo español.
Ahora una figura demoníaca asusta a los transeúntes que recorren la calle con la conciencia intranquila. Es una cabeza irregular con cuernos rectos y largos, desafiantes hacia el cielo, con ojos cerámicos romboides y nariz que avanza hacia delante prolongado una gruesa base, con una boca agresiva de barro y pintado de blanco y rojo, resaltando con el color bermellón las facciones más agresivas. Tiene rabo y ni los pájaros se atreven a posarse sobre su escultura.
No habrá quien pasée la calle Santa María, hacia arriba o hacia abajo, sin que mire de reojo la cabeza del demonio y le de susto, sobre todo si tiene el alma negra o las venas con más alcohol de la cuenta.