CRÓNICA DEL ENLACE MATRIMONIAL
CEREMONIA NUPCIAL DE ELENA Y MARIO
La tarde del sábado 5 de septiembre ha sido muy especial en Vega de Santa María. A las cinco y media de la tarde se celebraba el enlace de Elena y Mario en la iglesia de Allá.
¡Dos chicos de la Vega se casan! En su pueblo, con sus gentes y regalándonos una tarde muy especial que se presentía, pero no alcanzábamos a ver que fuera tan maravillosa.
Esperaban el cortejo muchos invitados, amigos de los novios y familiares que iban a ser sorprendidos por la estupenda organización y trabajo con que los novios y sus familias habían preparado la ceremonia.
Una treintena de coches alegraban el paseo de la iglesia y el atrio estaba plagado de gente, luciendo trajes formidables, peinados maravillosos y muchas sonrisas, ávidos de pasarlo bien, pues por fin, nos reuníamos en la iglesia de Allá para otro evento alegre y bonito.
El principal de los presentes era el novio: Marío, que sonreía, saludaba y a todos agradecía su presencia con esa simpatía que le caracteriza y con la que se ha ganado el corazón de todos. Vestido con un traje de frac, cuyo gris oscuro, sin llegar al negro, realzaba el moreno de su piel y la altura de este mozalbete que sin duda estaba espectacularmente bien vestido.
Dentro, en la iglesia, ya estaban los invitados sentados en un templo abarrotado y disfrutando de las sorpresas que los novios nos ofrecían con la decoración de la iglesia. ¡Nunca ha estado la iglesia de Allá tan bonita! Lo primero que llamaba la atención era una moqueta roja que cubría de principio a fin los dos pasillos del templo. El frío suelo de piedra, cambiaba su aspecto con la calidez del rojo y repartía a un lado y otro los bancos donde se sentaban los invitados y que estaban adornados por unos coquetos lazos de tela y esparto que realzaban la estancia y daban aires de grandeza al lugar.
Lo más destacable de todo, es volver a ver la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, con el Hijo de Dios en brazos y la corona de plata en la cabeza, de la que pende la Paloma del Espíritu Santo, colocada en el centro del altar. Entonces estaba encima del sagrario. Ahora bien, el retablo permanecía majestuoso haciendo que la imagen de Nuestra Señora, presidiera el enlace matrimonial. También se han subido a su lugar de origen los Arcángeles, se ha limpiado todo, se han cuidado todos los detalles y ornamentos con sabanillas y tapices, mostrándose al público la grandeza de nuestra iglesia que ya teníamos casi olvidada.
La iluminación del templo era también espectacular. Han sabido aprovechar totalmente los espacios para llenar de luz y no dejar sombras ningún rincón del altar, ni de la nave, ni de los altares que quedan, ni de la zona principal donde se sentaban los invitados del novio y de la novia, ni del techo con singular artesonado mudéjar. ¡La iglesia estaba preciosa por dentro! Tan majestuosa por fuera, una nube daba al cielo ese color que piden las tardes de finales de verano y que ahuyenta el calor, los mosquitos y cuantas adversidades impiden que estemos a gusto. La tarde era sin duda espectacular.
La hora llegó y la novia se hizo esperar, como manda la tradición y dictan las normas de la buena suerte.
Entró el novio dentro del templo, a practicar la espera frente al altar y en otros momentos eternos, se vislumbró ¡por fin! la llegada de Elena.
Su entrada en el atrio, luciendo un hermoso vestido blanco, con tejido caracoleado, muy estilizado que resaltaba hasta la perfección su figura, arrastrando un precioso velo que por las dimensiones, sin ser muy largo ni demasiado corto, daba más realce si cabe a su esplendorosa estampa, ofrecía a la vista y los objetivos de las cámaras fotográficas una imagen irrepetible de la novia más guapa del mundo. ¡Y es que Elena venía espectacular! A sus asombrosos ojos negros se sumaba esa sonrisa permanente de persona que tiene la gracia en la cara y la simpatía, que no sólo era propia de la ilusión del momento, sino que es su característica principal y lo afirmamos los que la hemos conocido en toda su niñez y permanente juventud.
Delante de la novia, las niñas más pequeñas portaban cestas y almohadas con las arras y las aros y detrás, la cohorte de amigas, doncellas que se ocupaban en todo momento de que su velo luciera en todo su esplendor.
Camino del ara, para consagrar su amor, se colocaron frente al altar. A un lado Jesús el padre de la novia, vestido también de frac, cuya emoción se presupone “no todos los días se lleva a una hija al altar” como el mismo me comentaba. Al otro lado Maribel, la madre del novio, guapa guapísima con un tocado que resaltaba el pelo rubio, conjugando con un vestido azul precioso. Los cuatro delante, esperaban el comienzo de la ceremonia, detrás los padres, los hermanos, los familiares y toda la iglesia llena de amigos y acompañantes que participaban de un bonito acto. Al pie del retablo mayor, detrás del altar y del sacerdote, colocados en semicírculo y vestidos con traje típico castellano, estaba el grupo de música que ha cantado en la ceremonia y nos ha ofrecido una misa castellana admirable y digna de significar por la belleza de las voces y la buena interpretación de los componentes.
Don Ramón el sacerdote, en la homilía e inspirado por las características del templo como viene siendo habitual cada vez que hay ceremonia en la iglesia de Allá, ha vuelto a ser originalísimo y este hombre, que hubiera triunfado sin duda en el Club de la Comedía, se ha traído una media naranja y un medio tomate, para demostrar como Mario y Elena, son distintos e inseparables, se conjugan y se compenetran de manera que forman un apareja única e ideal. Ha estado genial el sacerdote y ha conseguido que todos los presentes entendieran de lo que hablaba y que los novios tuvieran la certeza de que su amor será para siempre y su entrega máxima y ojalá bendecida con muchos hijos.
Para no hacer muy larga esta crónica, sólo diremos que la nube que adornaba el cielo de esta bonita tarde, lloró de alegría unas gotas muy dulces y se marchó pronto para no oscurecer la salida de los novios de la iglesia, donde los invitados vertieron sobre los novios el arroz de la felicidad que les sirvieran el bonitos saquitos y que fue lo único que llovió del cielo y los truenos fueron la mucha polvora que se quemó en tracas y cohetes.
¡VIVAN LOS NOVIOS! Qué sean muy felices y la más cordial y sincera ENHORABUENA.
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