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HOMENAJE A HORACIO

Arturo, yo y uno de portero.

Los que hemos compartido los juegos de niñez con Horacio, no podremos olvidar esta frase: “Arturo, yo y uno de portero”. Con la plaza llena de niños, bajaba Horacio venido de trabajar, y organizaba en un santiamén un partido de fútbol. Con las porterías diseñadas por aquellos árboles jóvenes y unas piedras, con el campo en oblicuo y la gravilla desprendiéndose del suelo de cemento, hacía dos equipos: uno ganador, donde elegía a Arturo de compañero y cualquier otro niño le valía para ponerse en la portería. En el otro bando estaban los demás. Daba igual que fueran seis que quince. El partido siempre lo ganaban por goleada los de “Arturo, yo y uno de portero”...

Hoy, con la ausencia repentina de Horacio, se nos encoge el corazón por la tristeza de su pérdida y la angustia que produce tanto dolor para su familia.

La familia de Horacio, sus hermanos, su mujer y sus cuñados, saben bien de las dificultades de la vida y de la lucha por doblegarla. No han nacido en familias ricas en dinero y haberes, pero si millonarias en voluntad de sus padres para luchar y vencer a las dificultades y para que sus hijos tuvieran comida para cenar y comer al día siguiente, que no faltara para vestir y aprendieran a ser dignos en su madurez en las relaciones con los demás. Aprendieron esa enseñanza muy bien. Por eso Horacio siempre tenía una palabra para sus vecinos y amigos. Por eso siempre estaba alegre y todos quisieron estar con él en su último adiós, correspondiendo a la amistad que siempre brindaba, a la cercanía de su persona, a la humanidad que desprendía.

Sus hijos, Álvaro, Jesús y Cristián, tienen el camino marcado, sólo tienen que parecerse a sus padres para ser buenas personas, luchadores en la vida, siempre valientes y sin amilanarse ante los retos de cualquier tipo que se les ofrecerán en el futuro.

Horacio deja su ejemplo a los suyos: uno de portero, como compañero imprescindible; y un buen amigo, Arturo, cuya amistad fraternal ha conservado hasta el último de sus días; añadida como ejemplo de vida, la seguridad en sí mismo. Estos son los ingredientes del éxito en la pelea contra las dificultades.

El fútbol es un ejemplo y para algún partido en el cielo le ha llamado Dios. Le ha querido para sí, sin olvidar que aquí era el mejor, se escuchará en el equipo del Cielo “Dios, Horacio y uno de portero”.

Desde arriba, velará por su familia, por sus hijos que verán crecer a sus nietos y desde abajo, no pararemos de contarles que un día, cuando niños, Horacio, Arturo y alguno de portero, hicieron historia en la niñez de muchos chiquillos de Vega de Santa María.

Descanse en paz.

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