Es fácil deducir que hace casi un siglo, las tradiciones funerarias de Vega de Santa María, eran distintas a las de ahora. Cuando una persona fallecía se la velaba en su casa, y era costumbre pasar la noche entera junto al difunto rezando, bien en el dormitorio, la alcoba o en la entradilla del domicilio, donde se exponía el cadáver. En aquellas casas, carentes de más calefacción que el fuego del hogar en la cocina, hacía frío por la noche, y mas si la defunción se producía en pleno invierno. Para ello, aquella comunidad recurría al que llamaban "brasero de los muertos". En una gran caldera de cobre se vertían las ascuas producidas en el fuego de la cocina y se colocaban sobre un soporte de madera, instalado a los pies de los velantes. Lo curioso de este ritual, es el soporte del brasero que mostramos en la foto. La base de este soporte, no son unas simples patas de madera, que hubieran sido igual de funcionales, sino que el ingenio del carpintero constructor, le llevó a representar el símbolo de la estrella de David, con sus ocho puntas, para dar un sentido religioso y cercano a Dios, a este objeto relacionado con el mundo funerario, místico y espiritual.